Lamento de los cautivos en Babilonia
Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos,
y llorábamos al acordarnos de Sión.
En los álamos que había en la ciudad colgábamos
nuestras arpas.
Allí, los que nos tenían cautivos nos pedían
que entonáramos canciones;
nuestros opresores nos pedían estar alegres; nos decían:
«¡Cántennos un cántico de Sión!»
¿Cómo cantar las canciones del Señor en una
tierra extraña?
Ah, Jerusalén, Jerusalén, si llegara yo a olvidarte,
¡que la mano derecha se me seque!
i de ti no me acordara, ni te pusiera por encima de mi propia alegría,
¡que la lengua se me pegue al paladar!
Salmos 137, 1 -6
Gozo y deseo peregrino
Cántico de los peregrinos. De David.
Yo me alegro cuando me dicen: «Vamos a la casa del Señor.»
¡Jerusalén, ya nuestros pies se han plantado ante tus
portones!
¡Jerusalén, ciudad edificada para que en ella
todos se congreguen!
A ella suben las tribus, las tribus del Señor, para alabar
su nombre
conforme a la ordenanza que recibió Israel.
Allí están los tribunales de justicia, los tribunales
de la dinastía de David.
Pidamos por la paz de Jerusalén: «Que vivan en paz
los que te aman.»
Salmos 122, 1 - 6
Los reyes de paz en Sión
Un remanente de nuestro Dios; se convertirán
en jefes de Judá,
y Ecrón será como los jebuseos.
Montaré guardia junto a mi casa para que nadie entre ni salga.
¡Nunca más un opresor invadirá a mi pueblo,
porque ahora me mantengo vigilante!
El rey de Sión ¡Alégrate mucho, hija de Sión!
¡Grita de alegría, hija de Jerusalén!
Mira, tu rey viene hacia ti,justo, salvador y humilde.
Viene montado en un asno,en un pollino, cría de asna.
Destruirá los carros de Efraíny los caballos de Jerusalén.
Zacarías 9, 8 - 10
La gran promesa
»Purificaré los labios de los pueblos
para que todos invoquen el nombre del Señor
y le sirvan de común acuerdo.
Desde más allá de los ríos de *Cus
me traerán ofrendas
mis adoradores, mi pueblo disperso.
Aquel día no tendrás que avergonzarte más
de todas tus rebeliones contra mí.
Quitaré de en medio de ti
a esa gente altanera y jactanciosa,
y así nunca más volverás a ser arrogante
en mi santo monte.
Dejaré un remanente en medio de ti,
un pueblo pobre y humilde.
En el nombre del Señor,
se cobijará
el remanente de Israel;
no cometerá iniquidad,
no dirá mentiras,
ni se hallará engaño en su boca.
Pastarán y se echarán a descansar
sin que nadie los espante.»
¡Lanza gritos de alegría, hija de Sión!
¡da gritos de victoria, Israel!
¡Regocíjate y alégrate de todo corazón,
hija de Jerusalén!
El Señor te ha levantado el castigo,
ha puesto en retirada a tus enemigos.
El Señor, rey de Israel, está en medio de ti:
nunca más temerás mal alguno.
Aquel día le dirán a Jerusalén:
«No temas, Sión, ni te desanimes,
porque el Señor tu Dios está en medio de ti
como guerrero victorioso.
Se deleitará en ti con gozo,
te renovará con su amor,
se alegrará por ti con cantos
como en los días de fiesta. »Yo te libraré de
las tristezas,
que son para ti una carga deshonrosa.
En aquel tiempo yo mismo me ocuparé
de todos los que te oprimen;
salvaré a la oveja que cojea
y juntaré a la descarriada.
Les daré a ustedes fama y renombre
en los países donde fueron avergonzados.
En aquel tiempo yo los traeré,
en aquel tiempo los reuniré.
Sofonías 3, 9 - 20
Futura exaltación de Sión
En los últimos días, el monte
del templo del Señor será puesto sobre la cumbre
de las montañas y elevado por encima de las colinas. Entonces
los pueblos marcharán hacia ella,
y muchas naciones se acercarán, diciendo: «Vengan,
subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob.
Dios mismo nos instruirá en sus *caminos, y así
andaremos en sus sendas.» Porque de Sión viene la
instrucción; de Jerusalén, la palabra del Señor.
Dios mismo juzgará entre muchos pueblos, y administrará
justicia a naciones poderosas y lejanas. Convertirán en
azadones sus espadas, y en hoces sus lanzas. Ya no alzará
su espada nación contra nación, ni se adiestrarán
más para la guerra.
Cada uno se sentará bajo su parra y su higuera; y nadie
perturbará su solaz el Señor *Todopoderoso lo ha
dicho.
Micah 4, 1 - 4
La nueva Jerusalén
Después vi un cielo nuevo y una tierra
nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían
dejado de existir, lo mismo que el mar.
Vi además la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que
bajaba del cielo, procedente de Dios, preparada como una novia hermosamente
vestida para su prometido. Oí una potente voz que provenía
del trono y decía: "i Aquí, entre los seres humanos,
está la morada de Dios! Él acampará en medio
de ellos, y ellos serán su pueblo; Dios mismo estará
con ellos y será su Dios.
Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya
no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las
primeras cosas han dejado de existir."
El que estaba sentado en el trono dijo: "i Yo hago nuevas todas
las cosas!"
Apocalipsis 21, 1-5a
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